¿Productos naturales o sintéticos? A mí me encantan los primeros, pero hay que ser consciente de que en términos generales la cosmética natural tiene desventajas e inconvenientes. Así que aunque ha sido una gozada defenderla en mi primer artículo en Green and Trendy, toca exponer la otra cara de la moneda. ¿Venís conmigo? 🙂
Si quieres llegar más rápido a una parte de la entrada, aquí te dejo unos atajos ;) :
Una aclaración antes de hablar en sí de las desventajas de la cosmética natural 😉
Primero que nada, dejadme aclarar una cosa importante. Tendemos a poner los cosméticos naturales, ecológicos o bio en un lado de la balanza y a los cosméticos o de síntesis en otro. Como si un lado fuera perfecto y el otro venenoso, o algo así. Pero yo creo que no hay nada más lejos de la verdad. Ambas maneras de formular cuentan con productos geniales, productos malos y mil rangos intermedios.
Así que en esta entrada hablo de cuestiones que en mi opinión es bueno tener en cuenta. Pero no de fórmulas ni marcas concretas, ni de fallos universales que puedan aplicarse a todos los cosméticos naturales.
Es perfectamente posible hacer un cosmético natural que sortee estos «peros»… pero todos estos fallos los he visto en un cosmético natural u otro. Sobre todo en cosméticos que ha hecho alguien sin suficientes conocimientos. Así que al final hay que ver cada fórmula en concreto. ¿De acuerdo? 🙂
Pues aquí están las desventajas de las que os quiero hablar hoy.
Aislar y concentrar principios activos puede ser posible sólo con química
Efectivamente: muchas veces el efecto de un ingrediente natural por sí mismo es limitado.
Un ejemplo. Las enormes virtudes de la manteca de karité se deben tanto a sus trigilicéridos y ácidos grasos, como su gran cantidad de ácido esteárico o linoléico. Y es totalmente factible hay día aislar estos componentes, para usarlos concentrados y tengan un efecto mayor. Lo mismo sucede con el resveratrol, que en la concentración en la que viene en las uvas no hace gran cosa (dejemos para otro momento el debate de si hace algo en mayores concentraciones 😉 ).
Esto no solo es aplicable a las plantas. Muchos minerales sólo aparecen en la naturaleza mezclados con otros que consideramos impurezas. De modo que es necesario «limpiarlos» para que sean útiles o simplemente seguros. Es lo que sucede, por poner un ejemplo, con las micas, el talco o las arcillas. Si nos los aplicásemos sin depurarlos, podrían cortarnos la piel o hacernos daño. Y esa limpieza puede considerarse química, por supuesto.
De hecho, aquí se abre otro debate: ¿dónde empieza a considerarse que un ingrediente es químico? Porque sigamos con el ejemplo del karité o, mejor, el de los aceites en general. Imagina que tienes aceitunas y las prensas. Ya tienes aceite de oliva… Ahora lo refinas. Y tienes aceite de oliva, más puro, pero aún lo llamas aceite de oliva. Y ahora le sacas el ácido oléico. ¿A partir de cuál de los tres pasos lo considerarías «tratamiento químico»? Desde luego el proceso descrito así es una simplificación enorme, pero lo cierto es que lo que se considera (o no) química es diferente según la persona… Así que aquí dejo la idea, porque daría para otra entrada ;).
Ni todos los colores, ni al mismo precio
En el maquillaje esto se ve muy bien… mira que las micas, los óxidos de hierro, el dióxido de titanio, el carbón o el carmín (por poner algunos de los más usados pigmentos naturales) dan para variedad de colores. ¡Mucha! Sobre todo en tonalidades naturales, pero la verdad es que incluso en tonos más estrambóticos… Pero claro, no todos los tonos ni todas las texturas están ahí. Aunque hay muchos, y para muestra, un ejemplo de micas trituradas:
Incluso puede darse el caso de que exista ese color que buscas en su modalidad natural… ¡pero te cueste un pastón! En estos casos lo más normal es que los sustituyan por procedimientos de síntesis más baratos . Es lo que pasa con el azul ultramar, que originalmente se obtenía naturalmente a partir de piedras de lapislázuli molidas, pero que hoy se obtiene con mucha más frecuencia mediante procedimiento en laboratorio.
Así que el maquillaje natural es menos variado y, a veces, para conseguir un mismo color que el que consigue el maquillaje «químico» necesitaremos pagar más caro.
Y lo mismo sucede con muchos otros ingredientes de cosméticos de utilidades muy distintas a la del maquillaje natural…
Crueldad animal
Algunas sustancias, aunque son completamente naturales, también nos pueden llevar a plantearnos el uso de los productos naturales: las de origen animal. Porque aunque en Europa ya está prohibido hace tiempo experimentar cosmética en animales (¡bien!), hay productos que lo llevan intrínseco en su fabricación. Y si no, recordad cómo se consigue por ejemplo el carmín de la manera tradicional: a partir de unos insectos vivos, las cochinillas. Me diréis que eso no le lleva a uno a pensar si la opción sintética es mejor.

Éste es el aspecto que tienen las cochinillas americanas vivas de las que se obtiene el carmín.
Las dificultades de conservar las fórmulas naturales.
Y aquí llego a un punto muy, muy en boga y por el que llegáis muy a menudo a mi blog desde Google: los conservantes y los famosos parabenos.
Si una fórmula contiene agua y elementos orgánicos, es muy, muy probable que en ella puedan vivir microorganismos; y no todos ellos son buenos para nuestra piel. O resultan en olores desagradables. O dan mal aspecto, ¿quién se pondría una crema si viera que tiene hongos, por poner un ejemplo?
Y como la mayoría de los cosméticos tienen estos dos tipos de ingredientes, hay que impedir que proliferen. ¿Cómo? Una opción es añadirle a la fórmula algo que la convierta en un ambiente inhóspito para hongos y otros bichillos microscópicos: los conservantes.
Los más eficaces y más testados hoy en día, seguramente, sean los denostados parabenos. O el fenoxietanol, que al final es igual o peor. Pero lo cierto es que las opciones naturales en lo que a conservantes naturales se refiere son menos potentes y duran menos… lo cual, no nos engañemos, es un punto débil de la cosmética natural.
Aunque hay otras formas de afrontar el problema más allá de los conservantes. está la opción de quitar el agua a la fórmula (como en un maquillaje en polvo o una mascarilla a la que le añades el agua en el momento de usarla, por poner ejemplos), o en quitar los compuestos orgánicos (como una arcilla refinada hasta que no contenga impurezas).
En resumen, es posible hacer cosméticos naturales sin conservantes. Aunque a cambio a veces hay que cambiarla presentación o forma de uso a la que estamos acostumbrados. Quizás usando una pastilla de jabón sólido o mezclando nosotros mismos una mascarilla…
En conclusión…
No nos engañemos, este artículo habla de «los peros» de la cosmética natural, pero… a mí sigue encantándome, porque también tiene sus ventajas. Si las cosas se hacen bien, el resultado es bueno, y esto se aplica tanto a lo natural como a lo químico. Si quieres saber cuáles son los puntos objetivos que hacen que en mi tocador me guste también (y mucho) lo natural, te recomiendo ir a echarle un vistazo al artículo que te comentaba arriba del todo, en Green and Trendy (es el primer enlace que te sale si esperas un poquito tras hacer click jeje este sistema me ha parecido muy divertido…)
¡Un abrazo a todos!
Todos los enlaces de este artículo llevan a artículos del blog, podéis hacer click en ellos sin miedo y os llevarán a artículos donde podéis saber más de ese ingrediente. Como de costumbre, las fotos son mías; por favor no las uses sin hablar antes conmigo.
17 Comentarios
Anouk Unvientodeleste
27 marzo, 2017 a las 8:02 pmMuy interesante y con grandes verdades. Yo soy muy fan de la cosmética natural y es la que más uso para el cuidado corporal, pero tampoco soy una taliban de lo natural, creo que en el equilibrio está la virtud.
Ciao guapa
María Monedero
27 marzo, 2017 a las 9:25 pmPues mira, entonces en eso nos parecemos mucho jejeje
Muchas gracias por pasarte a comentar 🙂
Rosa Sánchez
27 marzo, 2017 a las 8:36 pmOpino como tú en bastantes cosas, pero hay una razón muy importante que me separa de la cosmética tradicional, la que sigue llenando los estantes de los comercios. A mi me asusta la rapidez con la que se descubren nuevos compuestos químicos y como se incorporan con rapidez a nuevas fórmulas cosméticas. No se testan las interacciones entre los compuestos químicos tanto como es necesario. El caso es que cada día hay más personas que padecen sensibilidad química múltiple y creo que este es uno de sus motivos. Pero bueno, aún pensando esto, sabes que no se resistirme a un bonito pintalabios… 😜
María Monedero
27 marzo, 2017 a las 9:29 pmEn eso tienes cierta razón… aunque en mi opinión no se trata tanto de que puedan ser peligrosos (que para eso hay una normativa europea que según los expertos está bastante bien y retira los productos que no la cumplan). Sino más bien de que sean efectivos. Hay demasiados nombres de complejos con nombres raros que o son lo mismo que ya se sabía que funcionaba (pero con otro nombre) o no han sido testados para ver su eficacia, o directamente que lo han sido pero que no tienen efectos significativos… vamos, frases de marketing sin contenido.
Besote… muchas gracias por comentar 🙂
Esther
28 marzo, 2017 a las 8:05 pmNi tan efectivos ni realmente se han tratado a largo plazo… Son los problemas que yo veo…
María Monedero
28 marzo, 2017 a las 9:16 pmA lo mejor en peluquería tienes razón… pero en cosmética, no estoy de acuerdo contigo. Es una generalización… (y sí, yo misma advertí al comenzar el artículo que generalizar es peligroso) XD. Las mascarillas de arcilla, por poner un ejemplo, son tan eficaces como muchas mascarillas de síntesis; el karité hidrata más que muchos hidratantes químicos. Supongo que todo depende de para qué lo necesites y del grado de exigencia que tengas.
Respecto a lo de haberse usado a largo plazo… en realidad es al revés, algunos ingredientes naturales se emplean desde hace siglos XD. Como la arcilla y el karité, sin ir más lejos 😉 . Pero tampoco me parece que el tiempo de uso sea un buen argumento. Más que de eso me fiaría de pruebas de laboratorio, aunque sea con temas naturales. El método científico es aplicable tanto a la química como a la naturaleza, ¿no crees? Pero el «yo lo llevo usando toda la vida y me funciona» no es tan fiable… 😉
Muchas gracias por contarnos tu opinión, Esther, aunque no esté de acuerdo contigo disfruto viendo aquí otras opiniones 🙂 .
Diana entrebrochasypaletas
29 marzo, 2017 a las 8:56 amFantástica entrada María, siempre es un gusto leerte porque se aprenden cosas. A mi me gusta la cosmética natural pero tampoco me emparanoio en exceso con ello, aunque con el niño si que voy teniendo más cuidado y ojeando más a fondo los ingredientes.
¡Un besote!
María Monedero
30 marzo, 2017 a las 10:19 amClaro… conozco a varias personas que justo se pasaron al lado natural cuando nacieron sus bebés, ellos siempre nos hacen más conscientes de estas cosas…
Muchas gracias por pasarte (y por compartir) 😉
Gladys
20 abril, 2017 a las 2:09 pmMe ha encantado…
La verdad es que ahora mismo mi relación con la cosmética natural es un poco así, así pues aunque me gustan mucho, mi piel está un momento delicado y los principios activos 100% puros no siempre me sientan bien. Es decir que ni tanto ni tampoco con esta clase de cosmética.
Es bueno conocer ambas caras de la moneda porque, no por ser natural será lo mejor para la piel.
De verdad que has hecho un post estupendo y muy completo. Aunque un poco de retraso pero aquí estoy leyéndolo. Un besote.
María Monedero
20 abril, 2017 a las 4:01 pmEres siempre bienvenida… ¡¡aunque sea dentro de 10 años!! 🙂 Sí, eso es verdad. Veo que estamos de acuerdo: como toda la cosmética, la natural tiene sus pros y sus contras…
Muchas gracias por pasarte, Gladys. Me encanta y me encantas jejeje
Nessie
20 abril, 2017 a las 9:54 pmBuena entrada no, buenísima… debo decir que de un tiempo a esta parte tengo sentimientos cada vez más encontrados sobre la cosmética natural: el primero, que opino que el término “cosmética natural” es como poco contradictorio, entre otras cosas, por lo que ilustras con el ejemplo del aceite de oliva.
Por un lado, me gustan mucho varias de las propuestas que tiene para ofrecer la cosmética natural, «indie» y nicho, con frecuencia más atrayentes y creativas que lo de las marcas de siempre… incluso la mayoría de las más conocidas de alta gama de cosmética tradicional me parecen un tanto aburridas para mi gusto (aunque sé que en muchos casos tienen sus motivos para pecar de conservadoras).
Una vez dicho esto, yo a los cosméticos naturales le exijo la misma eficacia que a cualquier otro producto… de otro modo me parece un despilfarro de recursos, cosa que para mí anula cualquier buen propósito.
Además, siendo completamente honesta, el tonillo alarmista y moralinero en el que caen muchas de estas marcas (de algún modo normal, puesto que tienen un producto que vender) y un sector de sus defensores me cansa bastante, y el hecho de que más de una vez se les haya pillado haciendo una montaña mediática de un grano de ciencia (sacado de contexto), hace que me cueste cada vez más tomarles en serio.
Personalmente, no soy de la opinión de que las grandes empresas de cosmética pretenden envenenar lentamente a sus compradores, y menos en un mercado hipersaturado y sometido a muchísimas normativas legales; también desconfío mucho de quien pretende venderme algo insinuando pestes sobre sus competidores, en lugar de ofrecer cosas que me interesen de verdad.
Un beso, y mis disculpas por haberte posteado el Mahabharata… ya te dije que tengo sentimientos encontrados, y esto es sólo la versión “abreviada”, buf.
María Monedero
20 abril, 2017 a las 10:29 pm¡Hola, Nessie! Qué gustazo verte por aquí 🙂
Nonono, para nada pidas disculpas… sobre todo porque creo que pienso igual XD. Una de las cosas que más me molestan de algunas marcas de cosmética natural es precisamente eso, que sacan de contexto su producto y parece que quieren venderlo demonizando a los demás. La razón por la que no hablo de eso en el post es porque en él quería hablar más de los productos que de las marcas y el marketing que hay detrás… ¡Y a veces tienen productos más que capaces de defenderse por sí solos! Vamos, un despropósito en mi opinión.
Y otra razón para no aceptar tus disculpas (sino más bien al contrario) es precisamente lo que te has currado el comentario XD. Dices grandes verdades y además las dices muy bien… ¡Mil gracias! 🙂
M Angeles Guerra Rodriguez
22 abril, 2017 a las 6:53 pmLa verdad es que yo compagino ambas.
María Monedero
26 abril, 2017 a las 9:10 pmEn la práctica somos dos ;). Lo cierto es que no conozco ningún tratamiento eficaz para las manchas dentro del mundo de la cosmética natural, por ejemplo.
Un abrazote enooorme, que hacía un tiempo que no te leía… 🙂
Hamsa Ryuugan
3 noviembre, 2017 a las 3:42 pmhola me gusto tu post, sin embargo te invito a ahondar en algunos aspectos, hay blends de conservantes derivados de compuestos organicos certificados que funcionan muy bien.
Tambien el tema de que hay insumos quimicos aceptados en ECOCERT y COSMOS. x ej los alcoholes grasos btms bc-70 etc emulsionantes como olivem, montanov, etc. agentes acondicionadores etc. Misma cosa con los tensioactivos organicos para shampoo.
Saludos
María Monedero
14 noviembre, 2017 a las 9:03 pmSí, es cierto. Pero es la pelea de siempre… ¿dónde acaba lo natural y termina lo químico? ¿Donde lo digan los certificados… que no dejan de ser un negocio para cobrar? Por otro lado, muchos productores de cosmética natural usan otros conservantes, o ninguno. Por supuesto, yo tampoco debo generalizar…
Si por casualidad se te ocurre algún buen sitio para informarme mejor lo agradecería, siempre se puede consultar a Ecocert y a Cosmos pero dudo que me den mucha información… sería un tesoro para mí ;).
Gracias por aportar información extra, Hamsa 🙂
Noelia Muratori
2 marzo, 2021 a las 11:51 amMuchas gracias por esta información. Actualmente existen muchos mitos sobre una cosmética u otra y este tipo de aclaraciones son de gran ayuda.